jueves, 17 de mayo de 2018

Atlético, dueño de una noche épica.


El Aceitero jugaba con diez hombres por la expulsión de Germán Durand y Alejandro González, arquero de Blanco y Negro, parecía invencible. Pero con un efectivo desvío de Eduardo Balvidares y un go-la-zo de tiro libre de Ramiro Palacio logró imponerse 2-0 en una noche de ensueño. Así, trepó al segundo lugar de la Zona “A”.

Foto: Gentileza La Nueva Radio Suárez.

Una, dos, tres… Ocho veces González, revolcándose y sacando pelotas inverosímiles. El slalom de Previsdomini en el origen del uno a cero. Emanuel Allen machacando una y otra vez a toda velocidad. El espíritu inclaudicable y la entrega sin renunciamientos de Heritier. Un par de balones al cielo de los chambones pero cielo al fin por parte de los centrales visitantes cuando la inferioridad numérica y la andanada de centros así lo requerían. La figura de Van der tuin recortándose en el aire para sacar un tiro libre de empate en el minuto 93. El botín diestro enguantado de Ramiro Palacio para sacudir las gotitas que pendían del ángulo izquierdo y toda incertidumbre. Y la noche aporta su guiño cómplice, una escenografía acorde a una gran batalla. El frío cala los huesos y realza el esfuerzo de unos y otros. Las luminarias delatan la tenue y a la vez persistente llovizna. Postales de un ocaso de miércoles épico.

Porque si bien Atlético transformó en una figura exuberante a Alejandro González, el motivo por el cual el valor del triunfo excede a las tres unidades en juego y califica como uno de esos que elevan la vara reside en el nivel de dificultad que planteó Blanco y Negro. El dueño de casa nunca bajó los brazos, tal vez con más ímpetu que juego, sostuvo una insistencia inquebrantable. La visita, ante tal exigencia, debió esforzarse, máxime cuando afrontó la última media hora con un hombre menos.

En los primeros pasajes la paridad dominó la escena. Posesión alternada y los primeros 
esbozos de una intensidad que no sabría de treguas. Blanco y Negro lastimó con un par de centros desde la izquierda, por donde Opel siempre se mostró participativo, para Rafael Balvidares: a los 9 chocó con Van der tuin y despejó Gonzalo Bravo, y a los 25 no llegó a conectar de cabeza por el segundo palo.

Para entonces Atlético ya había tomado las riendas del trámite. La firmeza de Bravo en el fondo, la claridad de Previsdomini en el manejo, las vigorosas trepadas de Juan Cruz Balvidares, el altruismo de Pitano fajándose con los centrales y Ramiro Palacio que insinuaba una nueva función de gala. La visita completaba todos los formularios necesarios para marcharse al descanso en ventaja pero chocaba con un escollo insalvable, el responsable directo de que la primera parte finalizara sin goles: Alejandro González.

Al uno de un equipo se lo denomina de varias maneras, una de ellas es cancerbero. El término alude a Cerbero, el fiero perro guardián de la mitología griega que cuida la puerta del reino de Hades, el mismo infierno. Así como aquel está provisto de tres cabezas para bloquear la entrada al inframundo, así González pareció multiplicarse para mantener a salvo su valla.

A los 13 retrocediendo y en gran reacción sacó un cabezazo bombeado de Pitano. Una. Del mismo córner tapó un cabezazo cruzado y a quemarropa de Juan Cruz Balvidares. Dos. En la seguidilla de tiros de esquina y en segunda jugada Durand peinó apenas desviado un centro de Palacio a los 14.

A los 30 Allen prueba con un potente zurdazo de media distancia a la posición del arquero, que responde con firmeza. Tres. A los 37 un balón peinado Pitano, tras un tiro libre servido por Palacio, reclama gol y una inspirada volada sobre el caño izquierdo ahoga el grito. Cuatro. A los 41 el propio Palacio mete un exquisito estiletazo desde terreno propio para que Pitano, tras deshacerse de su marca, defina por arriba y el uno que se recupera, retrocede y salva milagrosamente. Cinco.

Tampoco será en la última de la primera parte, cuando el reloj marca 44 minutos. Allen y un adelanto de lo que ofrendará en el complemento, rompe por la derecha y cruza un centro exacto para el ingreso franco de Palacio y el disparo del “9” es frustrado por una nueva y arrojada respuesta del ex Club Sarmiento. Seis.

Continúa dominando Atlético en la segunda mitad y a los 11 Allen llega a puntear exigido y débil, el balón por una vez supera a González pero Braian Resch tiene tiempo de despejar.

Sale el generoso Pitano e ingresa Nahuel Stamm, para hacer la banda y liberar a Eduardo Balvidares a su demarcación natural de delantero. Pasan sesenta segundos y un pecado de juventud de Durand (amonestado por una protesta ve la segunda amarilla por patear lejos un balón tras una falta ya sancionada) deja con diez hombres al Aceitero.

Atlético puede sucumbir en la búsqueda hasta entonces infructuosa, pero asimila el golpe y responde con otro al mentón. A los 23 Previsdomini conduce y progresa por el centro y desde la medular, choca en el borde del área mayor y abre a la derecha. En la mitología griega el perro guardián del infierno es solo, aunque generalmente, derrotado mediante engaños. Así puede vulnerar el Verde a González: sobre la derecha recibe Ramiro Palacio y despacha un furibundo derechazo, que el golero se apresta a repeler pero en el camino se cruza Eduardo Balvidares para, con un mínimo desvío, moverle la pelota y vencer su resistencia.

Tanto costó conseguir la apertura que Atlético la cuida. La defensa banca la lluvia de centros. Emanuel Allen encarna el prototipo de mediocampista por afuera moderno, de costa a costa, de área a área, y sus vertiginosas corridas ofrecen un respiro. Previsdomini crece en relevancia allá, donde hay que pensar, y acá, como una cuña entre los centrales para resguardar la ventaja. Y Ramiro Palacio, ya sin Eduardo Balvidares (ingresó Kuhn para equilibrar la refriega del medio), en el rol protagónico, el que mejor le sienta. Pidiéndola siempre, jugando y chocando, soportando embates, guapeándola.

Foto: Gentileza La Nueva Radio Suárez.

Y si de guapos bien entendidos se trata, Jesuán Heritier deja en claro que venderá muy cara la derrota de los suyos. El cinco de incansable recorrido, por su presencia en el medio, sus coberturas a ambos flancos y el respeto por la redondez de la pelota en la distribución alza la bandera de Blanco y Negro. Ya ingresó, chispeante y atrevido, Maxi Balvidares. Retrocede Opel como certero lanzador. Empuja Heintz. Por momentos Pecotche logra imponer su jerarquía.

A los 26 Opel prueba suerte de lejana distancia y el balón viaja a las manos de Van der tuin. A los 29 rompe Pecotche sobre la derecha y el cuidapalos visitante dice presente al imponerse en el mano a mano.

Responde Atlético. El partido pende de un hilo. A los 31 minutos lo tienen Allen y Stamm: el remate del primero, recortando de la derecha hacia el centro y de zurda, es desviado con la punta del guante por González y el balón da en el caño izquierdo, el rebote lo recoge el recientemente ingresado y otra vez salva providencialmente el uno. Continúa el conteo: siete, ocho.

Blanco y Negro insiste, aunque sin claridad, y extiende un manto de incertidumbre sobre el epílogo. El juez Rossi, de flojo desempeño, adiciona cuatro minutos y luego otros dos.

Los dirigidos por Salvi tienen la suya a los 48. Allí parte un formidable tiro libre de Maxi Balvidares y Van der tuin, en extraordinaria volada sobre la izquierda, lo desvía junto al ángulo.

Resta un último episodio. Opel ve la roja tras derribar a Allen y Ramiro Palacio da una clase práctica de ejecución de tiros libres. Recostado sobre la izquierda del ataque su remate toma el chanfle exacto y se incrusta en el ángulo superior izquierdo. González, esta vez, hace todo lo que puede hacer: mirar. Solo aquel desvío sorpresivo y una definición de tamaña maestría y exactitud pudieron con él.

Con esa exquisitez de su goleador (y el de la Liga, con doce conquistas) Atlético terminó por confirmar una victoria con corazón y pases cortos en dosis iguales. Recuperándose de la derrota ante Deportivo. En un reducto siempre difícil. Ante un rival siempre difícil. Para situarse en el segundo escalón de la Zona “A” y con la posibilidad manifiesta, de hacer valer su localía, de cerrar la primera rueda mínimamente en tal posición. Todo eso, en una de esas noches de tinte épico y que amerita ser tan atesorada como recordada.


La síntesis.


BLANCO Y NEGRO 0 ATLÉTICO HUANGUELÉN 2.
Disputado en el Parque “Felisa Igartúa de Alberdi” de Coronel Suárez, miércoles 16/5/2018.

BLANCO Y NEGRO: Alejandro González (9) – Santiago Heintz (6), Emanuel Götte (6), Kevin Jones (6; 34mST Braian Arata) y Braian Resch (6) – Maximiliano Pecotche (6), Jesuán Heritier (8), Lucas Brito (5; 7mST Maximiliano Balvidares, 6) y Juan Sebastián Opel (6) – Franco Pane (5) y Rafael Balvidares (5). DT: Carlos Javier Salvi.

ATLÉTICO HUANGUELÉN: Federico Carlos Van der tuin (7) – Juan Cruz Balvidares (7), Leonardo Rivero (6), Gonzalo Bravo (7) y Daniel Musso (6) – Emanuel Allen (8), Marcos Ariel Previsdomini (8), Germán Durand (5) y Eduardo Andrés Balvidares (7; 27mST Gonzalo Kuhn) – Ramiro Palacio (9) y Francisco Pitano (6; 16mST Nahuel Stamm, 6). DT: Javier Martínez.

GOLES: 23mST Eduardo Andrés Balvidares (AH) y 51mST Ramiro Palacio (AH) de tiro libre.

EXPULSADOS: 17mST Germán Durand (AH) y 50mST Juan Sebastián Opel (ByN).

AMONESTADOS: Maximiliano Pecotche y Jesuán Heritier (ByN), Leonardo Rivero, Daniel Musso, Germán Durand y Gonzalo Kuhn (AH).

ÁRBITRO: Leonardo Rossi (4).

RESERVA: Blanco y Negro 0 Atlético Huanguelén 0.

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Las Posiciones de la Zona “A”: Deportivo Sarmiento (20 puntos) – Atlético Huanguelén (17 puntos) – Tiro Federal de Villa Belgrano (15 puntos) – San Martín de Santa Trinidad (13 puntos) – Blanco y Negro (11 puntos) – Boca Juniors (10 puntos) – Independiente (9 puntos) – El Progreso (7 puntos) – Peñarol de Guaminí (4 puntos) – Empleados de Comercio (3 puntos).

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